Y perder de nuevo la identidad. No sentirse la rockera, ni la que escucha toda clase de música, la madura, la que hace jodas todo el tiempo, la que sale, la que está todo el día encerrada, la guitarrista, la pianista, la cantante, la que odia la sociedad de hoy, la que es ordenada, la que es un desastre, la que se lleva materias, la que estudia. No sentirse nada. Saber que te llamas Ailén y ahí está la cosa, nada más.
Hola, soy Ailén y no sé quién soy.